Ecos de antiguas fisuras: cómo las desintegraciones continentales alimentan los volcanes oceánicos

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Las erupciones de ciertos volcanes en medio del océano pueden no ser eventos geológicos aleatorios, sino más bien consecuencias tardías de desintegraciones de supercontinentes que se remontan a decenas de millones de años. Una nueva investigación sugiere que la inestabilidad creada cuando los continentes se desgarran continúa erosionando las bases continentales, arrancando la corteza y alimentando magma inusual a los volcanes oceánicos.

El enigma del magma continental en los volcanes oceánicos

Durante décadas, los científicos han estado desconcertados sobre la peculiar composición del magma que se encuentra en volcanes como los que forman el monte submarino de la Isla de Navidad en el Océano Índico. Estos volcanes producen magma que contiene minerales más característicos de la corteza continental que de la corteza oceánica. Las teorías iban desde dragar la antigua corteza oceánica subducida hasta columnas del manto que transportaban desechos continentales. Sin embargo, ninguno explicó completamente el patrón constante.

Un nuevo mecanismo: reorganización de la piel y el manto continentales

El último estudio propone un mecanismo diferente: un efecto de “peeling continental”. Cuando los continentes se separan, la inestabilidad resultante no se detiene simplemente una vez que se forma una nueva cuenca oceánica. En cambio, ondas de turbulencia atraviesan el manto, raspando la corteza continental de la base de las masas terrestres en movimiento. Este material rico en minerales ingresa al manto unos pocos millones de años después de la ruptura.

Simulación y confirmación en el mundo real

Los investigadores utilizaron modelos informáticos para simular este proceso y descubrieron que el efecto alcanza su punto máximo alrededor de 50 millones de años después de la ruptura continental, suministrando roca continental al manto durante decenas de millones de años. Para probar la teoría, examinaron rocas volcánicas de Walvis Ridge y Christmas Island Seamount.

Los datos se alinearon con las simulaciones. En la Isla de Navidad, los primeros volcanes entraron en erupción aproximadamente 10 millones de años después de que la India se separara de la Antártida y Australia (hace unos 116 millones de años). Los primeros magmas eran ricos en minerales continentales y alcanzaron su punto máximo entre 40 y 60 millones de años después de la ruptura, antes de adquirir gradualmente una composición más oceánica.

Ecos geológicos duraderos

El descubrimiento destaca el impacto duradero de las rupturas continentales. El manto no se “apaga” cuando se forman nuevas cuencas oceánicas; continúa reorganizándose, transportando material enriquecido lejos de su origen. Como explica Sascha Brune, geodinámico de GFZ Potsdam: “Descubrimos que el manto todavía siente los efectos de la ruptura continental mucho después de que los continentes se hayan separado”. Este eco geológico retardado demuestra cómo antiguas fisuras continúan dando forma a la actividad volcánica millones de años después.