Colapso del valle del Indo: el cambio climático impulsó el declive de la civilización antigua

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Una combinación de sequía prolongada y aumento de las temperaturas, no una catástrofe repentina, llevó a la desintegración de la civilización del valle del Indo (también conocida como civilización Harappa) hace unos 4.000 años. La civilización, que alguna vez rivalizó en escala con Egipto y Mesopotamia, floreció a lo largo del río Indo y sus afluentes en los actuales Pakistán e India. Aunque avanzado para su época con sofisticados sistemas de gestión del agua, finalmente sucumbió a las presiones ambientales.

La civilización Harappa: una instantánea de un poder antiguo

Los harappa construyeron centros urbanos densamente poblados, incluido el propio Harappa, que albergaba a unas 35.000 personas. Su infraestructura incluía tuberías de terracota y canales de ladrillo para las aguas residuales y grandes cisternas para el almacenamiento de agua, lo que demuestra un profundo conocimiento de la ingeniería hidráulica. Sin embargo, estos sistemas resultaron inadecuados frente a un período prolongado de estrés climático. La dependencia de la civilización de las inundaciones estacionales del río Indo para irrigar cultivos como el trigo y la cebada la hizo especialmente vulnerable a la sequía.

Disminución gradual, no caída repentina

Teorías anteriores sugerían un rápido colapso provocado por una sola megasequía. Pero una nueva investigación dirigida por Vimal Mishra en el Instituto Indio de Tecnología Gandhinagar apunta a un declive más gradual que abarca siglos. El estudio identifica cuatro sequías distintas, cada una de las cuales duró al menos 85 años, que azotaron el valle del Indo hace entre 4.400 y 3.400 años. Este período también estuvo marcado por un aumento de temperatura de aproximadamente 0,5 °C, lo que exacerbó aún más la escasez de agua.

Cómo convergen los modelos climáticos y los datos proxy

Los científicos reconstruyeron patrones de precipitaciones pasadas utilizando tres modelos climáticos independientes, que luego se cruzaron con datos geológicos de estalactitas, estalagmitas y sedimentos lacustres. Este enfoque combinado confirma una tendencia prolongada de las condiciones de secado. A medida que descendieron los niveles de agua del río Indo, las poblaciones migraron hacia regiones con fuentes de agua más confiables, agrupándose cerca de las vías fluviales restantes antes de abandonar finalmente los centros urbanos hacia las estribaciones del Himalaya y la llanura del río Ganges.

Patrones climáticos naturales como catalizador

Los investigadores sugieren que las oscilaciones climáticas naturales como El Niño y la Oscilación Multidecadal del Atlántico pueden haber iniciado la tendencia a la sequía. Estos patrones probablemente se vieron amplificados por circuitos de retroalimentación, como la pérdida de vegetación y el aumento de la contaminación por polvo, que redujeron aún más las precipitaciones. Si bien es innovador, el estudio podría perfeccionarse incorporando las tasas de evapotranspiración (la transferencia de agua de la tierra a la atmósfera), que es particularmente alta en las regiones áridas.

Lecciones para el futuro: la adaptación es clave

Dado el ritmo acelerado del cambio climático moderno, estos hallazgos sirven como una cruda advertencia. La experiencia de Harappa subraya la necesidad de medidas de adaptación proactivas, incluidas infraestructuras de almacenamiento de agua y conservación de aguas subterráneas. Como señala Sebastian Breitenbach de la Universidad de Northumbria, comprender los colapsos de civilizaciones pasados ​​puede proporcionar información crítica sobre posibles resultados futuros.

La historia del valle del Indo transmite un mensaje claro: incluso las sociedades avanzadas son vulnerables a un estrés ambiental sostenido. Ignorar esta lección podría provocar perturbaciones similares en un mundo en calentamiento.