Una tormenta solar inesperada interrumpe brevemente el campo magnético de la Tierra

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Una tormenta solar no detectada previamente golpeó la Tierra el 20 de noviembre, provocando un aumento temporal, pero notable, en la actividad geomagnética y contribuyendo a la visualización de auroras en latitudes medias. El evento subraya los desafíos de la predicción del clima espacial, ya que estas eyecciones de masa coronal (CME) “furtivas” son notoriamente difíciles de observar antes de que lleguen a nuestro planeta.

¿Qué pasó?

A diferencia de las CME típicas, que a menudo van precedidas de llamaradas visibles y emisiones coronales brillantes, esta tormenta se desarrolló silenciosamente. La tormenta llegó sin una señal clara, pero fue detectada después de que sus efectos comenzaran a alterar las condiciones del viento solar que rodea la Tierra. Aproximadamente a las 9:20 a.m. EST (1420 GMT), la intensidad del campo magnético saltó de 4-6 nanoteslas normales a 18 nanoteslas, mientras que la velocidad del viento solar aumentó a 400-500 km/s.

Este evento transitorio coincidió con una corriente de alta velocidad que fluye desde un agujero coronal en el sol, aumentando la actividad geomagnética lo suficiente como para empujar las auroras más al sur de lo habitual, con informes provenientes de lugares como Maine y Dinamarca.

El problema de las CME furtivas

La dificultad para detectar estas tormentas radica en sus débiles señales. Las CME furtivas emergen de regiones tranquilas del sol, sin las llamaradas brillantes o los bucles dramáticos que normalmente acompañan a las erupciones solares. Como señaló la física meteorológica espacial Tamitha Skov, estos eventos “no tienen firma en el disco o en las imágenes del coronógrafo”, lo que significa que sólo se descubren una vez que interactúan con la Tierra.

Un estudio de 2021 destacó que las CME furtivas aún pueden producir perturbaciones magnéticas significativas en el espacio a pesar de sus orígenes sutiles. Esto plantea un grave problema de previsión, ya que los métodos de detección actuales a menudo pasan por alto estos eventos por completo.

Por qué esto es importante

La creciente frecuencia de CME furtivas durante la fase decreciente del ciclo de 11 años del Sol añade otra capa de complejidad a la predicción del clima espacial. Si bien esta tormenta en particular fue menor, erupciones más fuertes no detectadas podrían alterar las operaciones de los satélites, las redes eléctricas y los sistemas de comunicación.

“Los fenómenos meteorológicos espaciales pueden tener impactos significativos en la tecnología en el espacio y en la Tierra”, dice el Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA. “Mejorar las previsiones es fundamental para mitigar estos riesgos”.

La capacidad de detectar y predecir de manera confiable estas erupciones furtivas sigue siendo un desafío clave para los científicos, que requiere técnicas de monitoreo más avanzadas y una comprensión más profunda de las regiones tranquilas del sol.

Este evento sirve como recordatorio de que incluso los períodos aparentemente tranquilos de actividad solar pueden albergar amenazas ocultas. La investigación continua sobre CME furtivas es esencial para proteger nuestra infraestructura tecnológica cada vez más vulnerable.