Internet estalló de emoción (y, seamos honestos, una pizca de miedo) cuando surgieron informes de que el cometa interestelar 3I/ATLAS se estaba rompiendo y podría incluso ser una sonda extraterrestre. Pero antes de empezar a acumular productos enlatados y a construir su propio sombrero de papel de aluminio, respire hondo. Resulta que la verdad sobre 3I/ATLAS es extrañamente maravillosa y firmemente dentro del ámbito de los fenómenos cósmicos naturales.
Aquí está el desglose: este cometa no se parece a nada que hayamos visto en nuestro sistema solar. Imagínelo como un bicho raro del espacio interestelar: no es una nave espacial alienígena rebelde, pero definitivamente tiene algunas especificaciones realmente extrañas. Las primeras observaciones realizadas con potentes telescopios revelaron que 3I/ATLAS tiene una composición inusual. Piense en montones de níquel, más dióxido de carbono del que cabría esperar de un cometa típico y una cantidad claramente baja de las habituales moléculas de cadena de carbono.
Agregue a esto un tono rojizo espolvoreado con desechos cósmicos, lo que sugiere un largo viaje bañado en radiación energética del espacio, además de una velocidad de viaje vertiginosa que implica un tiempo de formación que se remonta posiblemente a 11 mil millones de años, y tendrá un misterio celestial envuelto en una nebulosa roja polvorienta.
Este extraño cóctel de características es lo que inicialmente llamó la atención (y la imaginación) tanto de científicos como de observadores de estrellas. Pero luego las cosas se pusieron raras, aún más raras. Aquí entra el astrofísico Avi Loeb, conocido por su inclinación a traspasar límites y, en ocasiones, generar controversia. Declaró audazmente que 3I/ATLAS podría ser una sonda extraterrestre, basándose en gran medida en sus características inusuales como “evidencia”.
Esto provocó un frenesí de titulares, especulaciones en las redes sociales y más de unas pocas llamadas a la NASA para que comenzara a preparar el comité de bienvenida intergaláctico. ¡Pero aguanten, compañeros entusiastas del espacio! Un equipo de científicos dirigido por el astrónomo Jason Wright (se podría decir que es una especie de Sherlock Holmes cometario) profundizó en las afirmaciones de Loeb. ¿Su veredicto? Las “anomalías” que citó Loeb fueron interpretaciones erróneas o completamente consistentes con el comportamiento cometario conocido.
Tomemos como ejemplo la afirmación de que 3I/ATLAS podría romperse. Loeb señaló la cola del cometa como evidencia de una rápida pérdida de masa, sugiriendo que se estaba desmoronando demasiado rápido para ser un cometa normal. Esta línea de razonamiento pasa por alto algunos hechos clave sobre los cometas: los cometas a menudo arrojan trozos cuando se acercan al Sol. ¡Es como un corcho de champán cósmico interno al estallar! Este desprendimiento puede ocurrir debido al hielo que se escapa o al aumento de la rotación (como un giro celestial enloquecido), enviando piezas volando al espacio.
¿Y qué pasa con esas misteriosas señales de radio detectadas por el conjunto de telescopios MeerKAT en Sudáfrica? Sí, los cometas emiten ondas de radio, un fenómeno conocido causado por la descomposición de las moléculas de agua por la luz solar y emitiendo frecuencias específicas. Este comportamiento ya se predijo para 3I/ATLAS en función de su composición, lo que refuerza aún más su identidad cometaria.
En esencia, cada dato que hemos recopilado sobre 3I/ATLAS grita “cometa”, aunque sea realmente notable y extraño. ¿La comida para llevar? Si bien el cosmos es vasto y está lleno de sorpresas, a veces los mayores descubrimientos se logran al aceptar la familiar extrañeza de nuestro universo en lugar de buscar inmediatamente explicaciones extraterrestres.
Y como bromeó el astrónomo David Levy: “Los cometas son como gatos: tienen cola y hacen precisamente lo que quieren”. 3I/ATLAS está demostrando ser un felino particularmente independiente, abriendo su propio camino a través del espacio mientras nos recuerda que el universo todavía guarda muchos misterios alucinantes, incluso sin intervenciones extraterrestres.
Los científicos continuarán monitoreando 3I/ATLAS mientras sale de nuestro sistema solar. Incluso existe la posibilidad de que la sonda Juno de la NASA que orbita Júpiter pueda realizar algunas observaciones de cerca cuando el cometa pase rápidamente en marzo de 2026. Esa será una oportunidad increíble para más descubrimientos.




























