Una pequeña galaxia cercana llamada Segue 1 ha revelado un secreto sorprendente: un agujero negro supermasivo acecha en su centro. Este descubrimiento es significativo porque sugiere que los agujeros negros pueden desempeñar un papel más importante de lo que se pensaba anteriormente en la formación de galaxias y en las observaciones de materia oscura.
El hallazgo inesperado
Segue 1 es una galaxia enana, una compañera excepcionalmente pequeña y débil de nuestra propia Vía Láctea. Contiene sólo alrededor de 1.000 estrellas, un número minúsculo en comparación con los cientos de miles de millones de la Vía Láctea. Inicialmente, los científicos creían que la baja densidad estelar y la estabilidad gravitacional de Segue 1 se explicaban por la presencia de abundante materia oscura, una sustancia misteriosa e invisible que ejerce fuerza gravitacional pero no interactúa con la luz.
Repensar el papel de la materia oscura
La teoría predominante ha sido que las galaxias más pequeñas como Segue 1 necesitan gravedad adicional, proporcionada por la materia oscura, para mantenerse unidas. Sin embargo, recientes simulaciones por computadora realizadas por Nathaniel Luján y sus colegas de la Universidad de Texas en San Antonio han puesto en duda esta suposición. Sus modelos fueron diseñados para probar el papel de la materia oscura en Segue 1, pero no lograron producir un buen ajuste con los datos observados.
“Estaba analizando cientos de miles de modelos y no encontraba nada que encajara”, dice Luján. “Y finalmente decidí meterme con la masa del agujero negro y, de repente, empezó a funcionar”.
Las simulaciones que sí coincidieron con las observaciones incluyeron un agujero negro con una masa asombrosa, aproximadamente 450.000 veces la de nuestro sol. Se trata de un agujero negro verdaderamente enorme para una galaxia tan pequeña, que eclipsa a todas sus estrellas juntas.
El rápido crecimiento de un agujero negro
El descubrimiento es particularmente desconcertante si se considera la edad de las estrellas de Segue 1. Se formaron relativamente rápido, sólo unos 400 millones de años después del Big Bang, un tiempo increíblemente corto para que un agujero negro de este tamaño creciera hasta alcanzar una masa tan colosal. Además, la atracción gravitacional de la Vía Láctea probablemente eliminó gran parte del gas y el polvo que podrían haber alimentado el agujero negro durante sus primeras etapas.
Implicaciones para la formación de galaxias
Este hallazgo abre nuevas preguntas sobre cómo se forman y evolucionan las galaxias y los agujeros negros. Sugiere:
- Más agujeros negros de lo que se pensaba: Esto podría implicar que los agujeros negros supermasivos son más comunes en el universo temprano de lo que se suponía anteriormente.
- Se reevalúa el papel de la materia oscura: Si más galaxias enanas albergan agujeros negros igualmente masivos, podrían contribuir significativamente a las fuerzas gravitacionales que actualmente se atribuyen a la materia oscura.
Si bien Segue 1 proporciona evidencia convincente, es crucial determinar si es representativa de otras galaxias enanas. La comunidad científica ahora debe dedicar esfuerzos a buscar más agujeros negros supermasivos en galaxias pequeñas para perfeccionar nuestra comprensión de los componentes fundamentales del universo. Este descubrimiento subraya que nuestra comprensión de la materia oscura y la formación de galaxias aún está evolucionando y que hallazgos inesperados pueden remodelar drásticamente nuestros modelos.
Esto probablemente significa que hay más agujeros negros supermasivos de los que pensábamos.





























