Colisiones catastróficas revelan dolores de parto planetarios alrededor de una estrella cercana

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Los astrónomos han sido testigos de un evento excepcionalmente raro alrededor de la estrella Fomalhaut, apodada el “Ojo de Sauron” debido a su sorprendente anillo de polvo, observando no una, sino dos colisiones importantes entre fragmentos rocosos que forman planetas. La estrella, ubicada a sólo 25 años luz de la Tierra, ofrece una visión única de las violentas primeras etapas de la formación del sistema planetario, un período en el que los mundos se ensamblan… y a menudo se destruyen.

Se confirman los choques planetarios

Durante dos décadas, los investigadores detectaron dos impactos masivos separados dentro del sistema Fomalhaut. No se trataba de polémicas menores; Planetesimales (esencialmente los componentes básicos de los planetas) más grandes que el asteroide que acabó con los dinosaurios chocaron, creando enormes nubes de escombros. Este sistema es único porque nos da una idea de cómo era nuestro propio sistema solar hace más de cuatro mil millones de años, cuando los planetas todavía se estaban forjando en caóticas colisiones.

El caso del “falso planeta”

Las observaciones también resuelven un misterio de larga data: a principios de la década de 2000, los astrónomos creían haber descubierto un planeta, Fomalhaut b. Sin embargo, el objeto desapareció, sólo para ser reemplazado por otro punto de luz brillante cercano. Este no era un planeta en movimiento; eran restos de estas espectaculares colisiones: un “choque de guardabarros cósmico”, como lo describieron los investigadores.

Frecuencia de colisión e historial del sistema

La frecuencia de estos eventos es asombrosa. En teoría, se esperan colisiones de esta magnitud sólo una vez cada 100.000 años, pero Fomalhaut experimentó dos en sólo 20 años. Esto sugiere que el sistema es inusualmente activo, con estimaciones que indican que alrededor de 22 millones de impactos similares pueden haber ocurrido durante su vida útil de 440 millones de años.

Las colisiones involucraron planetesimales de aproximadamente 37 millas (60 kilómetros) de diámetro, de cuatro a seis veces el tamaño del asteroide que mató a los dinosaurios. El sistema Fomalhaut contiene aproximadamente 1,8 masas terrestres de estos cuerpos más grandes, por un total de alrededor de 300 millones de planetesimales, y otras 1,8 masas terrestres de desechos más pequeños que se reponen constantemente. Sin este suministro constante de material rocoso, el cinturón de polvo desaparecería.

¿Un planeta escondido?

Curiosamente, el momento y la ubicación de las colisiones sugieren una posible influencia de un planeta invisible. Hay un 10% de posibilidades de que un mundo oculto esté dirigiendo gravitacionalmente a estos planetesimales hacia caminos destructivos. La estructura del cinturón de escombros también implica la presencia de planetas que dan forma a su distribución.

Implicaciones para la caza de exoplanetas

Este descubrimiento tiene importantes implicaciones para futuras búsquedas de exoplanetas. Las nubes de escombros de estas colisiones pueden imitar la apariencia de los planetas, lo que podría dar lugar a falsos positivos. Los telescopios de próxima generación, como el Observatorio de Mundos Habitables de la NASA, deberán tener en cuenta estos fenómenos al obtener imágenes directas de exoplanetas.

Estos hallazgos no se refieren sólo a lo que pasó en Fomalhaut. Nos muestran cómo nacen los sistemas planetarios, cuán volátiles son sus primeros años y cómo debemos perfeccionar nuestros métodos para encontrar mundos verdaderamente habitables.

El sistema Fomalhaut demuestra que el universo todavía está construyendo planetas activamente a través de procesos espectaculares, a menudo destructivos. Esto proporciona información valiosa sobre los orígenes caóticos de los sistemas planetarios, incluido el nuestro, y destaca la necesidad de un análisis cuidadoso cuando se busca vida más allá de la Tierra.