Ignorar la biología femenina daña a todos: el caso de la medicina personalizada

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Durante décadas, la investigación médica ha operado bajo una suposición fundamental, aunque errónea: que el cuerpo masculino es el predeterminado y el cuerpo femenino es simplemente una variación. Este sesgo, nacido de la conveniencia y de un precedente histórico, no sólo ha perjudicado la salud de las mujeres sino que también ha impedido el progreso de la medicina para todos. La incómoda verdad es que ignorar la complejidad biológica de las mujeres conduce a tratamientos subóptimos, a perder conocimientos y, en última instancia, a un sistema de atención sanitaria menos eficaz.

El sesgo histórico y sus consecuencias

Históricamente, los estudios médicos favorecían a los sujetos masculinos, a menudo debido a la simplicidad percibida de la fisiología masculina (que carece de los cambios hormonales cíclicos de las mujeres) y la conveniencia de excluir los ciclos menstruales como variable. Esto llevó a que tratamientos diseñados para el hombre “promedio” se aplicaran indiscriminadamente a las mujeres, a menudo con resultados perjudiciales. Las mujeres experimentan diferentes tasas metabólicas, fluctuaciones hormonales y respuestas inmunitarias, lo que significa que una dosis eficaz para un hombre puede ser demasiado alta o demasiado baja para una mujer.

Las consecuencias son de gran alcance: medicamentos con perfiles de efectos secundarios sesgados, vacunas con eficacia reducida y una falta general de comprensión de cómo las enfermedades se manifiestan de manera diferente en el cuerpo femenino. No se trata sólo de justicia; se trata de rigor científico.

La revelación del sistema inmunológico

Investigaciones recientes han revelado una idea fundamental: el sistema inmunológico de las mujeres es, en promedio, más robusto y receptivo que el de los hombres. Esto se atribuye en gran medida al cromosoma X y a las diferencias hormonales. Las mujeres exhiben respuestas más fuertes a las vacunas, tasas de mortalidad más bajas por enfermedades infecciosas en la vejez y una vigilancia inmune generalmente mayor.

Sin embargo, al combinar datos de hombres y mujeres en ensayos clínicos, estas diferencias cruciales basadas en el sexo quedan oscurecidas. Este “suavizado” estadístico borra señales valiosas que podrían revolucionar las estrategias de tratamiento. ¿El resultado? Las mujeres pueden recibir sobredosis de medicamentos mientras que los hombres no reciben tratamiento suficiente, y todo el potencial de la medicina personalizada sigue sin explotar.

Más allá de lo binario: el punto ciego transgénero

La negligencia no termina con las diferencias binarias de sexo. La investigación sobre cómo estas variaciones inmunes y fisiológicas afectan a las personas transgénero es aún más escasa. La terapia de reemplazo hormonal, por ejemplo, altera la función inmune, pero las implicaciones para la eficacia de las vacunas o el metabolismo de los fármacos siguen en gran medida inexploradas. Esta falta de atención perpetúa las disparidades en salud y refuerza los sesgos sistémicos dentro del sistema médico.

El camino a seguir: medicina personalizada para todos

La solución no es excluir a los hombres de la investigación, sino desagregar los datos por sexo y género. Al reconocer y estudiar las diferencias biológicas, podemos desarrollar tratamientos adaptados a las necesidades individuales, en lugar de depender de un enfoque único para todos. Esto incluye:

  • Ensayos clínicos específicos por sexo: Realización de estudios separados para determinar dosis óptimas y protocolos de tratamiento para hombres, mujeres y personas transgénero.
  • Consideraciones hormonales: Incorporar ciclos hormonales en los diseños de investigación para tener en cuenta las fluctuaciones en la función inmune y el metabolismo de los medicamentos.
  • Inclusión de personas transgénero: Dar prioridad a la investigación sobre las necesidades de salud únicas de las poblaciones transgénero, particularmente en relación con la terapia hormonal y la atención de afirmación de género.

Abandonar la noción anticuada de “hombrecitos” no es sólo una cuestión de equidad; es un imperativo científico. Al adoptar la complejidad biológica, desbloqueamos el potencial de una medicina más eficaz y personalizada, que beneficia a todos, independientemente del sexo o el género. El futuro de la atención sanitaria exige precisión, no promedios