Los funcionarios de vida silvestre de California han emitido advertencias después de que los cazadores descubrieron cerdos salvajes con una carne sorprendentemente de color azul, un resultado directo de la contaminación generalizada con rodenticidas. El fenómeno inusual, causado por el compuesto químico difacinona que se encuentra en los venenos para ratas, resalta las consecuencias no deseadas de las prácticas de control de plagas en ecosistemas más amplios.
El descubrimiento y la fuente de contaminación
Los informes de cazadores, incluido el propietario de la empresa de control de vida silvestre, Dan Burton, describen la coloración azul como “neón” o “azul arándano”, un signo inequívoco de exposición a la difacinona. Este rodenticida anticoagulante de primera generación, aunque restringido en California desde 2024, continúa circulando y afecta tanto a las especies objetivo como a las no objetivo.
El problema surge porque la difacinona a menudo se tiñe de azul para su identificación y los residuos permanecen dentro de los tejidos del animal incluso después de la muerte, incluida la carne cocida. El CDFW advierte a los cazadores que los cerdos salvajes, los venados, los osos y los gansos pueden contaminarse si se exponen.
Cómo funciona y se propaga el veneno
La difacinona funciona interrumpiendo el reciclaje de vitamina K en el hígado, lo que provoca hemorragias internas incontrolables. Si bien es menos potente que los rodenticidas de segunda generación, persiste en los tejidos el tiempo suficiente como para representar riesgos para los depredadores –incluidos los humanos– que consumen animales contaminados.
Este envenenamiento secundario no se limita a los cerdos. La sustancia química se ha detectado en aves rapaces, pumas, linces, zorros e incluso en especies en peligro de extinción como el búho moteado del norte y el zorro kit de San Joaquín. Los grupos de vida silvestre han abogado durante mucho tiempo por reducir la dependencia de pesticidas químicos debido a este daño colateral.
Riesgos más amplios para la vida silvestre y la salud humana
La contaminación no es sólo una cuestión ecológica. La exposición a pesticidas está relacionada con la disminución de la tasa de esperma, la diabetes, el cáncer y los trastornos neurológicos en los seres humanos. Estudios, como una investigación reciente en Estados Unidos, encontraron que los insecticidas como el clorpirifos pueden causar anomalías estructurales del cerebro en los niños.
La escala del uso de pesticidas sin estudios de salud adecuados a largo plazo es una preocupación creciente, y los expertos instan a la coordinación internacional para mitigar los riesgos.
Alternativas más seguras y prevención
El CDFW aconseja a los aplicadores de pesticidas que tomen precauciones, asegurando que la vida silvestre no objetivo no pueda acceder a las estaciones de cebo. Sin embargo, se necesitan soluciones sistémicas. El manejo integrado de plagas ofrece un enfoque menos tóxico al combinar depredadores naturales, barreras y elementos disuasorios específicos como luz, sonido u olores.
La población de cerdos salvajes de California –un híbrido de jabalíes salvajes y europeos– es particularmente vulnerable debido a sus hábitos alimentarios omnívoros, que consumen voluntariamente roedores y cebos envenenados.
Cualquier persona que encuentre animales de carne azul o anomalías debe informarlos al Laboratorio de Salud de Vida Silvestre. La situación actual subraya la necesidad urgente de métodos de control de plagas más seguros y sostenibles para proteger tanto la vida silvestre como la salud humana.




























