El astronauta Jonny Kim, un SEAL de la Armada coreano-estadounidense y médico formado en Harvard, compartió recientemente un toque personal de hogar a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS). Este evento destaca cómo los alimentos trascienden la nutrición básica en el espacio y se convierten en un vínculo vital con la cultura, el confort y la identidad de los astronautas en misiones de larga duración.
El poder de la comida en el espacio
En la ISS, las comidas no se tratan sólo de sustento; son un salvavidas social y emocional. Los astronautas pueden solicitar artículos de “comida extra” de sus países de origen, convirtiendo la hora de comer en una experiencia cultural compartida. Para Kim, compartir la cocina coreana simboliza la representación en una plataforma internacional donde la ciencia y el patrimonio se cruzan.
Por qué esto es importante: Los viajes espaciales de larga duración generan aislamiento. Los sabores familiares reducen el estrés, combaten la nostalgia y crean una sensación de normalidad que es fundamental para el bienestar de los astronautas. Es un recordatorio de que incluso en el entorno científico más avanzado, las necesidades humanas siguen profundamente arraigadas en la tradición y la conexión personal.
Un símbolo de unidad
La imagen fue capturada en la órbita terrestre baja a bordo de la ISS y muestra a Kim disfrutando de su comida. La investigación de nutrición espacial de la NASA se centra en la salud y las necesidades calóricas, pero momentos como estos enfatizan que la alimentación también tiene que ver con la humanidad. Cada plato transmite recuerdos, identidad y comodidad, todo ello esencial para los astronautas que pasan meses lejos de la Tierra.
Al exhibir comidas coreanas y estadounidenses juntas, Kim encarna la misión principal de la ISS: diversas culturas colaborando en órbita. Es un pequeño gesto con importantes implicaciones para la moral y el bienestar psicológico de las tripulaciones.
La comida en el espacio no es sólo combustible; es un recordatorio de de dónde venimos y qué estamos trabajando para proteger.
El simple hecho de compartir una comida demuestra que incluso en la inmensidad del espacio, la conexión humana sigue siendo primordial.





























